martes, 19 de febrero de 2008

El cuerpo responde a los alimentos que recibe

Los nutrientes están contenidos en los alimentos y se ha reconocido el valor que éstos tienen para mantener la salud e, incluso, para prevenir la aparición de signos clínicos de algunas enfermedades. No obstante, ¿por qué es tan difícil para el común denominador de la población adquirir una cultura apropiada de alimentación?

En los últimos años el avasallante incremento del sedentarismo y la tendencia a consumir alimentos altamente procesados, ricos en grasas; además del mal vínculo establecido entre lo que significa comer saludable y su relación con el buen sabor o la degustación placentera, ha generado evidentes consecuencias en el incremento de las tasas de obesidad y todos los problemas que se derivan de la misma.

¿Quién no ha disfrutado de un domingo de parrilla en la que prevalece el consumo de comidas altas en grasas saturadas (que aumentan el riesgo de arterioesclerosis) y la ingesta no moderada de alcohol? Igualmente, ¿qué reunión infantil no es sinónimo del disfrute de tequeños, perrocalientes, helados, refrescos, por citar algunos ejemplos? Las particularidades de las dietas, según los patrones culturales, hacen evidentes sus efectos en los índices de sobrepeso y obesidad del país en observación. El doctor Ramfis Nieto Martínez, medico internista y nutrologo, miembro de la Junta Directiva de AVESO –Asociación Venezolana para el Estudio de la Obesidad- indica que la prevalencia de obesidad en Venezuela, según datos del estudio de ASCARDIO-PRECARDIO del ano 2003, era alrededor del 32% de la población.

“En Venezuela, los hábitos de alimentación tienen una tendencia similar a la población norteamericana, con una alta ingesta de comidas rápidas muy altas en grasas saturadas contenidas en alimentos como el queso, mayonesa, helados; grasas-trans en las frituras, dulces, donnuts- y carbohidratos de alto índice glicémico como los del pan, papas fritas y refrescos”, destaca el doctor Nieto.

El sobrepeso y la obesidad –según explica el especialista- se definen como un aumento de la cantidad de grasa corporal que frecuentemente se acompaña de un incremento de peso. La grasa corporal normalmente representa el 25% del peso en el hombre y 30% del peso en la mujer; y está ubicada principalmente en dos sitios: 1- debajo de la piel (grasa subcutánea) y 2- en el abdomen y el tórax, rodeando las vísceras lo cual se conoce como grasa visceral o abdominal.

Ahora bien, ¿por qué es tan importante medir la grasa visceral o abdominal? Se ha comprobado la estrecha relación que existe entre los factores de riesgo cardiovascular y la obesidad abdominal, es decir, cuando la cintura es mayor de 90 cm. en hombres y más de 80 cm. en mujeres.

¿Es la estética el problema? Definitivamente no, pues esa prominencia en el abdomen generalmente no viene sola, es decir, está acompañada generalmente con la presencia de otras condiciones que incrementan el riesgo cardiometabolico.

En cuanto a riesgo cardiometabólico, el doctor Nieto –también Director de la Unidad Clínica de Medicina Interna, Metabolismo y Nutrición, UMENUTRI, en Barquisimeto, estado Lara- señala que este termino se refiere a la mayor o menor posibilidad que tiene una persona de desarrollar enfermedad cardiovascular y/o diabetes mellitus. Las condiciones asociadas a la obesidad abdominal que aumentan el riesgo cardiometabolico son los triglicéridos altos; la disminución del colesterol HDL –llamado bueno porque es el transportador que lleva al colesterol de las arterias hacia el hígado donde se elimina-; la presión arterial elevada y la glicemia elevada. De manera practica, se ha convenido usar algunas escalas para medir el riesgo cardiometabolico y una de estas consiste en determinar la presencia de Síndrome Metabólico. Aunque hay diversidad de criterios entre diversas organizaciones científicas, se ha establecido que cuando una persona reúne al menos 3 de los 5 criterios anteriores, tiene Síndrome Metabólico, y su presencia aumenta el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular y diabetes mellitus.

En Venezuela, se ha evaluado el riesgo cardiometabolico a través de la detección de la presencia de síndrome metabólico, y el único estudio publicado hasta el momento es del doctor Hermes Flores y el grupo del Instituto de Investigaciones Clínicas de Maracaibo, Estado Zulia, en el año 2005. “Se estudió una muestra representativa de 3108 sujetos, en la que se encontró que la prevalencia de síndrome metabólico era de 31,2%. Basado en estos datos, se puede afirmar que un tercio de la población venezolana –al menos en el Estado Zulia- tiene riesgo cardiometabólico aumentado. En este estudio, el 43% de la población tenia obesidad abdominal”, indicó.

Con el objetivo de evaluar diferencias en la presencia del riesgo cardiometabólico en las distintas regiones de Venezuela, se esta desarrollando un Proyecto llamado “Estudio Venezolano de Obesidad y Síndrome Metabólico” en poblaciones representativas de municipios de otros estados del país. En el Estado Lara, el grupo del doctor Nieto de la UMENUTRI y la Sección de Fisiología de la UCLA, ambas de Barquisimeto, encontraron una prevalencia de síndrome metabólico de 34,8% en una población de 339 sujetos. Siguiendo una metodología similar, en la zona del páramo, Estado Mérida, el grupo liderado por el doctor Juan Pablo González, en conjunto con el Dr. Nieto, encontró una prevalencia menor, de 26,7%. Cabe destacar que, además de las definiciones actuales, en los estudios de Lara y Mérida se utilizó la misma definición de síndrome metabólico del ATP III- tercer informe del panel de expertos sobre detección, evaluación y tratamiento de la hipercolesterolemia en adultos en el año 2003- a la empleada por el grupo del Zulia para poder comparar los resultados. Al observar el menor riesgo cardiometabólico en la población del páramo, el equipo de investigación del doctor Ramfis Nieto esta analizando las diferencias de hábitos de alimentación en las diferentes zonas y su relación con estos componentes del riesgo cardiometabólico. Estos resultados serán publicados próximamente.

Cambio de percepción alimenticia y aumento de la actividad física

Por todo lo anterior, el doctor Ramfis Nieto señala que, reconocer los componentes del Síndrome metabólico en un paciente y en una población es una manera práctica de detectar el riesgo cardiometabólico para, seguidamente, tomar medidas de tratamiento que incluyan recomendaciones de cambios de estilo de vida, tales como, mayor discreción dietética e incremento de la actividad física.

“El tratamiento primario del Riesgo Cardiometabolico son los cambios terapéuticos de estilo de vida: pérdida de peso, incremento de la actividad física y una dieta mas discreta de protección cardiometabólica. Sin embargo, si la condición progresa y la evaluación del riesgo global según las escalas de riesgo lo justifica, se debe iniciar tratamiento farmacológico (medicamentos) dirigido a los factores de riesgo individuales”, destacó el internista y Magíster en Nutrición, quien también es profesor agregado de Fisiología de la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”, UCLA, Decanato de Medicina, en Barquisimeto.

Vale señalar que una revisión reciente de 147 artículos que vinculan dieta y Enfermedad Cardiovascular (ECV) concluye que las 3 medidas dietéticas más efectivas para prevenir eventos cardiovasculares son:

1. Reemplazar las grasas dañinas al corazón (grasas saturadas y grasas trans) por grasas cardioprotectoras (grasas mono y poli-insaturadas).

2. Incrementar el consumo de grasas omega 3 (w-3) de pescado o fuentes vegetales como nueces.

3. Ingerir una dieta alta en frutas, vegetales, grano entero (cereales enteros) y disminuir alimentos con índice glicémico alto (carbohidratos que aumentan exageradamente los niveles de glucosa o azúcar en la sangre como las papas fritas, dulces tortas etc.)

En definitiva, cambiar los hábitos alimenticios es una decisión personal pero habitualmente muy mal influenciada por el ambiente adverso que nos ofrece casi siempre opciones de comidas no saludables. Se puede empezar desde la recuperación de la costumbre tradicional de consumir alimentos preparados en la casa y compartirlos en familia, mejorar los horarios, desayunar diariamente; y, además, cambiar la percepción de lo que significa comer nutritivamente y con buen sabor. Sin duda, este puede ser un buen comienzo que a la larga se traducirá en una opción de vida saludable.

consultor3@comstatrowland.com