La alimentación rica en grasas retarda la sensación de saciedad.
Comer mucha grasa retarda el mecanismo de saciedad.
Las comidas grasas, aunque sean de tamaño pequeño, pueden contener muchas calorías.
Comer grasas en exceso puede despertar una reacción curiosa: la señal de saciedad llega más tarde que lo necesario. El resultado es que se ingiere más comida y el cuerpo almacena las grasas, con el consiguiente aumento de peso.
Según estudios del doctor John Blundell, psicólogo de la Universidad de Leeds en Gran Bretaña, comer alimentos ricos en grasas altera el proceso que naturalmente debería indicar la sensación de saciedad y el fin de la comida.
Blundell llamó al fenómeno "la paradoja de la grasa". Si bien la grasa de los alimentos libera potentes señales bioquímicas que suprimen el hambre, estas señales a veces no se registran en el cerebro lo suficientemente rápido. De modo que, después de episodios de comer elevada cantidad de grasas, en vez de transformar el exceso de grasa en energía, el cuerpo lo deposita. El resultado es el aumento de peso.
En otra investigación de la misma universidad se ofreció comida a adultos obesos y se les pidió que comieran "hasta saciarse". Los que consumieron una dieta baja en grasas y elevada en hidratos de carbono sumaron 680 calorías, pero quienes recibieron una dieta elevada en grasas consumieron dos veces más: 1300 calorías.
Blundell considera que este fenómeno ocurre no sólo porque las grasas son ricas y de buen aroma, sino porque las comidas grasas son muy ricas en energía: una comida grasa de tamaño relativamente pequeño puede contener muchas calorías.
"El cuerpo no puede almacenar proteínas -explica-; tiene que procesarlas. Pero dado que las comidas elevadas en proteínas también lo son en grasa, cuando se provoca la señal de saciedad ya se consumieron muchas grasas. Los carbohidratos también tienen sus limites de almacenaje.
El cuerpo puede depositar sólo medio kilo de carbohidratos en el hígado y los músculos, de modo que cuando se consumen carbohidratos de más, normalmente se oxidan, liberando energía (calor). Pero no hay límites de almacenamiento de grasa.
Tenemos un mecanismo de adaptación muy bueno para enfrentarnos con el exceso de grasa alimentaria. Lo guardamos en el cuerpo en espera. Además, tener un gran depósito de tejido adiposo no inhibe el impulso de comer más grasa."
A pesar de que se cree que el consumo de grasas y azúcares operan como un sube y baja (cuando uno sube, el otro baja y viceversa), Blundell ha demostrado que cuando los gramos de azúcar aumentan, los gramos de grasa también, sugiriendo que las comidas ricas en azúcares y grasas, como las galletitas dulces, helados, cremas, tortas de chocolate u otras, pueden volverse una gran fuente extra de calorías de la grasa.
"No todos los que comen una dieta alta en grasas se vuelven obesos -dice el investigador- . Sin embargo, entre los que comen elevadas grasas, los mayores de 65 suelen ser más propensos a tener sobrepeso.
Sólo 50 calorías extra por día, o un aumento de 50 gramos por semana, explicaría los grandes aumentos de peso observados en la población en un lapso de 11 años."
Jane Brody
The New Yor Times