viernes, 18 de enero de 2008

La obesidad se ceba en las personas más pobres y con un menor nivel educativo

La obesidad se ceba en las personas más pobres y con un menor nivel educativo
La nutricionista Susana Monereo recuerda que sólo el 10% del peso que se baja rápido se puede mantener en el tiempo; el resto se recupera

La obesidad, la epidemia del siglo XXI, llega a todas las clases sociales, pero se ceba en las personas más pobres y en las que tienen un menor nivel educativo. Esta realidad, «que está demostrada científicamente», tiene una explicación. La comida más saludable -las frutas, las verduras y el pescado- resulta cada vez más cara. La falta de conocimientos nutricionales lleva, además, a este tipo de población a comprar, generalmente, lo que más les gusta, «sin preocuparse demasiado por el contenido nutricional de los productos que consumen», explicó ayer la endocrinóloga y nutricionista Susana Monereo, que participó en el foro Encuentros con la Salud de EL CORREO.

La especialista participó en una charla-coloquio titulada 'La obesidad, algo más que una cuestión de talla', en la que ofreció las claves que deben tenerse en cuenta para enfrentarse a uno de los mayores problemas de salud de la sociedad occidental. «No estamos hablando de los kilos de más que pueden bajarse haciendo un régimen. Estamos hablando de una enfermedad crónica que afecta no sólo al estado de ánimo de una persona, sino a sus relaciones sociales, a su trabajo, al conjunto de la vida».

La experta hablará también hoy a los estudiantes de la Universidad del País Vasco a las doce del mediodía, en el Salón de Grados de la Facultad de Medicina. La asistencia se premiará con créditos de libre elección. Encuentros con la Salud es un programa de divulgación científica y prevención en salud que cuenta con la asesoría de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y la Facultad de Medicina y Odontología. Los actos de este mes, en torno a la repercusión social de la obesidad, cuentan con el apoyo de Laboratorios Abbott.

Anorexia y sobrepeso

Monereo explicó que existen estudios que demuestran cómo las familias con un nivel socioeconómico más bajo realizan dietas más grasas y con más azúcares porque es una forma de alimentarse más barata. Sin embargo, las clases altas padecen en mayor proporción otros trastornos alimentarios porque «sufren una mayor presión social por la delgadez y la estética».

La especialista también se refirió a la necesidad de ser realista cuando uno se marque la pérdida de peso como uno de sus buenos propósitos para el año nuevo. Según dijo, sólo un 10% de los kilos que se pierden rápido se mantienen; el resto vuelven a ganarse.
fuente:elcorreodigital.com