sábado, 15 de diciembre de 2007

Cómo ayudar a un familiar obeso

Cada vez aparecen más personas que padecen obesidad. Es probable que usted tenga algún familiar en mente al que quisiera ayudar... y no sabe cómo. La familia y la pareja de quienes emprenden un tratamiento para adelgazar deben saber acompañar, pero sin presionar.

Llega la bandeja y todos se sirven una buena porción de chuletas de cerdo con tallarines. Juan mira con ojos lánguidos su plato de verduras y pollo a la plancha. Estoico, aguanta hasta el postre, cuando, además de su manzana, se tienta y consuela con "una cucharadita" de nieve de limón... Y empiezan las recriminaciones: "No tienes fuerza de voluntad"; "deberías controlarte"; además de las bromas y miradas críticas... El resultado: Juan se come su manzana y sale, solo, a comprarse un enorme helado de cajeta, que se come sin que lo vean.

Saber cómo ayudar en su tratamiento a una persona obesa o con sobrepeso no es tan sencillo como parece a primera vista, llevados sólo por el cariño. "Lo principal es saber que las personas que padecen obesidad muchas veces tienen una autoestima baja. Por eso se observa poco cuidado y preocupación por ellos mismos, cierta pasividad y desesperanza aprendida luego de haber intentado muchos caminos... sin resultados". Además, estos pacientes poseen escasa capacidad para tolerar frustraciones, por lo que también les es difícil postergar el placer inmediato que proporciona un chocolate, a cambio de una meta mayor a largo plazo.

La mejor forma de ayudar es acompañar al paciente en su proceso de recuperación, sin plantear expectativas irreales, que sobrepasen las posibilidades de la persona. Se debe dejar la responsabilidad del tratamiento exclusivamente en manos del paciente, y no en las de un familiar como la señora, el marido, la mamá. "Se trata de acompañar, pero sin presionar. Encontrar panoramas nuevos, ir juntos al gimnasio, cambiar juntos el estilo de vida poco saludable". Se debe estar atento a no entrar en competencia de régimen con el paciente; y que él esté consciente de que se trata de un cambio de estilo de vida y de hábitos alimenticios que se mantendrá para siempre.

¿Quién es el interesado en bajar de peso?

El tratamiento contra la obesidad sólo es verdaderamente efectivo cuando la motivación del paciente es real: es decir, cuando la persona obesa es la que desea bajar de peso y someterse a un cambio de hábitos y de estilo de vida.

Las motivaciones para querer bajar de peso son variadas. Por un lado, la preocupación por los peligros y complicaciones de salud asociadas al sobrepeso. Por otro, hay una preocupación estética importante. "También acuden a la consulta personas para calmar la conciencia, porque hay fuertes presiones familiares; en esos casos, suelen no hacerse cargo realmente de su situación. Cuando la motivación es externa, resulta peor el remedio que la enfermedad. La persona podrá sentirse cohibida de comerse un pastel frente a la familia, pero en cuanto salga de su vista se va a comprar uno doble en la pastelería de la esquina".

A las familias se les recomienda no decir nunca "tú no puedes comer eso". Si vemos que la persona no está viviendo el régimen que tiene propuesto, es mejor conversar el tema, ofrecer ayuda, animar; pero no más que eso.

"Cuando la gordura se transforma en el mayor problema de un grupo, la ansiedad de la familia se proyecta en el paciente. Muchas veces la persona no está sino evadiendo situaciones conflictivas, estrés o duelo, a través de la comida. El problema que hay que enfrentar y revisar son los conflictos internos, antes que atacarlo porque come demasiado".

Se debe tener en cuenta que lo más probable es que una persona obesa se sienta discriminada por la sociedad en que vive. Por eso uno de los elementos esenciales que le debe proporcionar la familia y sus seres más cercanos es apoyo y aceptación. Esto significa asumir y querer a la persona tal como es. Se debe comprender que existe un problema que se intenta superar, pero que no se da por mala voluntad o falta de iniciativa. La obesidad es una enfermedad que requiere de un tratamiento serio, en el que interviene un equipo integrado por profesionales de varias disciplinas.

Recaídas

¿Y qué sucede cuando observamos que la persona abandona su dieta y deja de hacer ejercicio? "Lo principal es tener en cuenta que las recaídas pueden ocurrir; es más, se espera que se den". Son lo más complejo de abordar, porque el paciente suele sentirse decepcionado de sí mismo y frustrado por no haber podido cumplir sus metas. "De las recaídas sólo podemos aprender. Es bueno que la familia esté ahí para decir: "no es tan terrible" y animar para volver a empezar". En esta situación, como en todas, el papel de la familia no es retar, sino apoyar y dar una mano.

El peligro en las situaciones en las cuales el paciente obeso se sale de su dieta no está tanto en la ingesta calórica, sino en el desánimo y pesimismo en el que se suele caer. "Si la persona toma conciencia de que es cosa de volver a empezar, no hay problema". Pero ese recomenzar debe darse al día siguiente, sin suponer que -como ya se ha salido de la dieta- "todo está perdido" y sólo queda comer para consolarse.